En el teclado del pc no encontramos la tecla con el pulgar arriba, el emoticono tan popular que espera ser seleccionado bajo un comentario o una foto en las redes sociales. Un par de clics y el buscador despliega una serie de enlaces donde aparecen las combinaciones de signos y letras que lo definen con lógica particular. A la elegida habrá que echarle una dosis generosa de imaginación, porque es difícil transcribir un gesto, una señal no verbal que puede reír y gritar sin sonido, sin palabras, porque la mayoría de las veces se escurren, se escapan o no existen.
La hablilla ha elegido este título para volver a contar desde los renglones, emulando a la rana americanizada de los primeros cereales para el desayuno. Tras chocar las palmas con unos niños, guiñaba el ojo buscando la complicidad del espectador. Esto ocurría cuando la Expo sevillana. Quién iba a pensar que esta expresión se haría visible y además se pasearía por todo el mundo en pocos segundos. Ciertamente aporta espontaneidad y frescura al casillero. Sin embargo dejemos el pulgar ahí durante un par de minutos largos, y recuperemos estas dos palabras definitorias, una expresión concluyente para estos días en que el verano vuela bronceando septiembre.
Las hemos pronunciado muchas veces, principalmente por el clima. Del mes de julio fresco y agradable, pasamos al de agosto calurosamente apetecible, acunado por este levante suave y tan nuestro que despertaba clareando la mañana y acariciaba la tarde pintando de violeta el crepúsculo. Durante el paseo tuvimos que bajar alguna vez de la acera al estar tomada por la conversación, la risa y el par de sillas que las apontocaban. Por las alamedas se confundían los gritos, las bromas y los caprichos de los niños, las regañinas de los padres, la paciencia de los mayores y la campana del trenecito-jardinera abriendo la marcha, alegrando la ruta con canciones infantiles. Y en la playa hemos disfrutado de la calma, el susurro y de algún velo de bruma tempranera, de frases sueltas entre bocados a la tortilla del mediodía y frescura con salitre bajo la luz mortecina del sol. Un verano como pocos se recuerdan en La Isla, envidiada por cuantos han recibido sus fotos en el teléfono móvil, con mensajes comprometidos al ahorro para dejarse caer por aquí.
No hay duda. A nuestra Isla hay que escribirle el emoticono del pulgar. La hablilla no se decide y reproduce estos tres: “Y”, “^” y :-bd. Me gustan.