Pasa una semana de nuestra fiesta local, cuando La Isla despide realmente al verano, aunque el sol siga en su empeño por calentar y el “see you sun” se haya quedado en la playa. Al margen de los comentarios que todos los años genera, la opinión general de éste es el alejamiento del hecho histórico y el precedente que puede crear. Es la creencia, la voz del sector que adora e interpreta nuestra Historia, la esperanza en que se instituya como tradición. Al parecer queda un trecho por recorrer para que la fecha que titula la hablilla de hoy no se separe del el juramento de las Cortes, con los hechos ocurridos en el teatro, con el avance y el freno de las tropas francesas.
La mayoría de los isleños pasa esta jornada disfrutando del buen tiempo y los escolares, del primer día de asueto tras el inicio de las clases. Sin acritud y con el mayor respeto, si peguntáramos muy pocos se acercarían a la efeméride. Para que esto ocurra, para que llegue a ser más que una conmemoración, debería comenzar a tratarse en el colegio, dedicándole la fecha más cercana, por ejemplo, como se suele hacer con el día del libro. En ella colaborarían -y con gusto- los historiadores locales, como también lo haría el grupo que toma su nombre o alguno de los miembros que recrean la Batalla del Portazgo. De esta forma, el planteamiento se iría renovando, iría creciendo al igual que los niños y ellos sabrían qué significa el nombre de la calle que lo lleva y por qué uno de los ojos del Puente Zuazo es diferente. No se trata de eludir o ignorar que ello entraña una organización rigurosa, con bastante antelación para una mejor proyección, pero el resultado se vería a la vuelta de pocos años, evolucionando según pasaran, y -por qué no- sería un aliciente para suavizar la vuelta a las aulas, tan motivador e ilusionante como el día del fundador o el de la paz, celebraciones que se conmemoran todos los cursos con justa relevancia. Se trata de una opción que podría tenerse en cuenta, una forma de aprender nuestra historia, de conocer el pasado, comprender y considerar el presente para enfrentar el futuro.
Ha pasado otro año y la conmemoración continúa creciendo en seguimiento. Cierto que se le unen otras circunstancias tan valoradas como valorables, como el hecho de que una jornada tan importante se apoye en la gastronomía. A esta realidad, acertada y aplaudida, se le puede unir otra propuesta: rescatar las recetas de la época para su degustación. No es fácil pero se podría intentar. Pero seguro que ya se ha pensado. Si es así, tenemos un año por delante.